La buena mesa

Aun a riesgo de incurrir en lugares comunes, repetiré lo que tantas veces se ha hecho de comparar el placer de la mesa a los placeres espirituales más respetados. Todos hemos leído o hemos visto en el teatro o en el cine la perfecta combinación de un banquete con la música. Vienen a ser una pareja modélica. Mientras los comensales comen o en su caso devoran, un pianista puede estar interpretando la más melancólica de las partituras, o también un conjunto de cámara lo más distinguido de su repertorio. No es concebible ni en el pasado ni en el presente un banquete de boda sin música.